UN RECUENTO DE LOS MITOS Y LEYENDAS BOGOTANAS

BOLETÍN CULTURAL Y BIBLIOGRÁFICO 65 

Un libro didáctico


Titulo del libro: Mitos y leyendas bogotanas

Autor: |Javier Ocampo LópezEditorial: Plaza y Janés, Bogotá, 2001, 231 págs., il.

Penetrar en el mundo de los mitos y las leyendas es una experiencia que nos permite conocer el fondo de creencias y supersticiones que brotan del fondo emocional de un pueblo, que forman parte de su alma colectiva, y explica muchos de los comportamientos transmitidos de generación en generación. Sabemos que el mito es una estructura mental con cuyo auxilio hacemos accesibles ciertas figuraciones históricas que, en cierta manera, permanecerían rían cerradas a nuestra comprensión. Como relato, se expresa en símbolos e imágenes con la intervención de seres sobrehumanos que realizan acciones imaginarias, reales o deseados, cuya arqueología se pierde en el principio de los tiempos. Sin embargo, podemos decir que no existe sociedad que prescinda de ellos; existen mitos dentro de la cultura contemporánea que van perdiendo su configuración histórica real y los vemos operando en la vida social cumpliendo una función determinada.
Pero este trabajo trata sobre los mitos de Bogotá y la sabana, que relaciona juiciosamente el historiador Javier Ocampo López, y que tienen que ver con la cultura espiritual de los muiscas o chibchas, antiguos pobladores del altiplano cundiboyacense. Son mitos que sirven para explicar el origen de las cosas y de los fenómenos naturales, además de regular su vida social. Por su antigüedad, van quedando sedimentados en la memoria, replegados en sectores campesinos, rurales o semiurbanos, o mimetizados dentro de otro contexto cultural en los sectores urbanos populares.
En un lenguaje sencillo y al alcance de la mayoría, encontramos un breve análisis del tema con un repertorio importante de mitos y leyendas acompañado con hermosas ilustraciones que no tienen otro fin que servir como auxiliar en la enseñanza para contribuir al conocimiento de la identidad de Bogotá, el distrito capital y los pueblos de la sabana.
Así, encontramos mitos de los dioses tutelares y personificaciones de las fuerzas naturales que gobiernan la vida de los pueblos y los campos, según las creencias y tradiciones de los muiscas. Dioses como Chiminigagua, el ser supremo, Suha (sol) y Chía (luna) o Bachué (la madre del pueblo chibcha), surgidos de la oscuridad del espacio y del infinito que difundieron la luz por todo el universo, con sus ritos de adoración en templos de Guatavita, Bacatá, Guachetá y Sogamoso, o "Roma de los chibchas". El mito de la luna, relacionada con la fecundidad y fertilidad de la tierra, muy ligada al matriarcado que se reflejó en la organización social chibcha, que seguía una estricta línea matrilineal en la sucesión del cacicato. Y el de la "Madre Tierra" representada en Bachué como la gestora de los hombres, que se casó con su hijo para poblar la tierra y que aparece entre los indios de los cacicatos del zipa de Bacatá, del zaque de Tunja, y es común en los pueblos americanos.
Otros explican la conformación del paisaje orográfico; así el del salto de Tequendama, hecho por Chibchacum, dios protector, y representante de las actividades de la vida diaria y comercial, que, al ver la degeneración de su pueblo, mandó un espantoso diluvio que inundó la sabana para luego, una vez restablecido el orden, arrojar una vara de oro que abrió las peñas por donde ahora pasa el río con su caída de agua.
Las leyendas son relatos fantásticos apoyados generalmente en la historia, con hechos mágicos asombrosos, ricos en contenidos simbólicos y transmitidos por tradición, cuyos personajes tienen un carácter más bien heroico. Así encontramos algunas protagonizadas por indígenas que escondían sus tesoros de los conquistadores ávidos de riquezas, como El Dorado en la cordillera de los Chíos, o de las esmeraldas de Muzo, o de muchos otros tesoros de zipas y zaques, como el venado de oro, enterrado en alguna cueva de los cerros de Santafé de Bogotá.
Durante la Colonia y la República, se tejieron historias en torno a personalidades destacadas de la vida social, como el gobernador del Nuevo Reino de Granada Francisco Sande (el "Doctor Sangre"), quien al ser acusado de soborno por el visitador Andrés Salierna, en los llamados "Juicios de residencia", se sintió herido en su dignidad, y lo citó para dentro de nueve días ante el Tribunal de Dios, lo cual se cumplió con exactitud. Otras son de tipo moralizante, como la de la mujer soberbia que, al considerar que su cabellera no igualaba a la de la Virgen de las Aguas, sus cabellos se trocaron en serpientes que brotaban de su cabeza, como la Medusa griega, en escena diabólica, inmortalizada por un pintor y exhibida durante mucho tiempo en la iglesia del nombre de la Virgen. O las relacionadas con brujas y espantos, como las de Juana García, el virrey Solís, El Espeluco de las Aguas, el Faro del Puente de Lesmes, el Diablo en el Puente del Común, además de los misterios de Monserrate y Guadalupe.
Pero también los lugares y fenómenos naturales generaron leyendas. Así el ruido subterráneo que se sintió el nueve de marzo de 1687, más recio que el estallido de un cañón o el trueno inmenso, cuyo olor a azufre era señal sobrenatural de la presencia del demonio. De allí proviene la costumbre de descubrir en las iglesias el Santísimo Sacramento en esa fecha hasta la hora en que ocurrió el ruido. Y muchos sitios de peregrinación existen gracias a ellas, como el de la Virgen del Campo, patrona de Santafé de Bogotá, la de Nuestra Señora de la Peña, el Niño Dios del Veinte de Julio y otras devociones religiosas. También aquellas relacionadas con sitios de valor histórico y cultural, como los fantasmas y espantos de haciendas de la sabana como la de Yerbabuena, en la que hoy funciona el Instituto Caro y Cuervo, templo de la lengua y las letras, y demás casas y calles bogotanas.
En fin, es un libro didáctico que informa sobre la existencia de estas importantes narraciones orales que, en versión literaria, permiten esclarecer y fortalecer este aspecto de la mentalidad colectiva de los bogotanos para reafirmar su propia identidad cultural y defenderse de los efectos negativos de un mundo globalizado.

NELLY ROCÍO AMAYA MÉNDEZ

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