EL ARTE DE LA FUGA, Sergio Pitol
SERGIO PITOL
EL ARTE DE LA FUGA.
México:
Ediciones Era, S.A., 317 págs.
Tema: Ensayo
DE VIAJE CON SERGIO PITOL
Este libro de Sergio Pitol, escritor mexicano nacido en
Puebla (1933), y ganador de varios premios como el Xavier Villaurrutia (1982),
Herralde de Novela (1985) y más recientemente el Premio Juan Rulfo (1999), es como sugiere el título, un libro de
ensayos, crónicas, relatos, diarios, memorias, etc., en donde el autor se fuga
a través de una extensa travesía hecha de viajes, lecturas, encuentros y
amistades hecha a los largo de su vida, para mostrarnos lo que piensa de la
literatura, del hecho literario, del arte y de la vida en general, para deleite
de quienes han seguido más cerca su trayectoria literaria.
Escritor de cuentos, novelas, crónicas, además de crítico
de arte, este escritor hispanoamericano ha sido diplomático por varias décadas,
lo que le ha permitido viajar por el mundo y realizar una labor de
traducción de varias lenguas, entre otras, el ruso y el
polaco, ampliando como pocos, su horizonte cultural y literario, tal y como
puede verse en este libro que recoge sus ideas, reminiscencias, admiraciones,
nostalgias, sentimientos y todo ese universo cultivado por la literatura
principalmente.
Así, desde Antonio Tabucchi, Faulker, Thomas Mann, pasando por Canetti, Musil, Tibor Déry, Milan
Füst, Shakespeare, Sterne o James, Pitol, Borola, Joyce o Monsiviáis, el autor
nos va describiendo sus incontables viajes por diferentes ciudades del mundo (Venecia,
Varsovia, Roma, Ciudad de México, Barcelona, Praga, Londres, Veracruz o una
pequeña provincia de Xalapa), a la par que nos va contando sobre películas,
pinturas, grabados, música, y tantos recuerdos dolorosos y gozosos, sueños
vividos, experiencias y aún premoniciones hechas.
Como dice en tono autobiográfico, su relación con la
literatura ha sido visceral, excesiva y aún salvaje, y aquello que de
importancia le ocurre a un hombre en la vida, es obra del instinto más que otra
cosa. Y la literatura le ha permitido conocerse mejor y sobre todo, conocer a
los demás, manteniendo un diálogo abierto con el mundo, que debe ser una
cualidad permanente de todo escritor, al tener en cuenta otras voces diferentes
a la suya. Por eso se siente admirador
de del también mexicano Carlos Fuentes cuando afirma: “sólo dañamos a los demás
cuando somos incapaces de imaginarlos”, pues piensa que no hay virtud más
admirable y civilizada que la tolerancia, que es obra de la voluntad, por lo
cual se siente en deuda con pensadores como Voltaire, Diderot y tantos
enciclopedistas, o en nuestro siglo con Mijail Bajtin con su noción de
dialogismo, además de estar cerca a Luis Cernuda o Julien Gracg, por
temperamento y destino.
El lector encontrará en estos testos, una combinación
acertada entre el ensayo y el relato, que pasa por la intuición, la crónica, la
pintura bizantina o alemana, los zapatistas en San Cristóbal o Chiapas, para
regresar de nuevo a su amada Venecia, aquella imaginada, en la que busca esa
unidad biológica del hombre con todo lo que lo circunda con su fusión mística
con el pasado. Además, porque el
escritor tiene la certeza de que: “uno
... es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada, y
olvidada, las calles recorridas”. Además
de su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes
fastidios. O en sus propias palabras: “ Una suma mermada por infinitas restas”
. Este libro hará las delicias de
quienes prefieren el tono confidencial del quien nos descubre sus propias
experiencias literarias. NELLY ROCIO AMAYA MÉNDEZ.
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