EL CORONEL NO TIENE QUIÉN LE ESCRIBA, García Márquez
García
Márquez, Gabriel
El
coronel no tiene quien le escriba. Bogotá: Ediciones Orbis, S.A., 153 págs.
Tema: narra
la historia de un Coronel que después de participar en última guerra civil,
espera durante 56 años recibir una pensión del Gobierno, que nunca llega, y
entretanto, sortea su situación de pobreza con una resistencia civil que
involucra su honor
Con
esta novela de García Márquez, escrita en París 1957, reconocemos el talento
excepcional de un escritor, que antes de ser premiado con el Nobel de
Literatura (1982), ya e5ra dueño de un material, producto de la fantasía y la
experiencia ciertamente inagotable, pues se trata de una pequeña obra maestra,
que combina ingenio y la experiencia aportada por novelas anteriores como La
hojarasca, o La mala hora.
Aquí
nos cuenta, con una sencilla trama, la historia del anciano coronel que,
después de haber arriesgado su vida para salvar la república, -en claro
cumplimiento de su deber-, espera inútilmente, por el resto de su vida, a que
el Gobierna le conceda una pensión que nunca llega, impregnada de ese
sentimiento trágico de la vida (fruto de lecturas como la de Sófocles), y en
consonancia con otras búsquedas del
momento (boom latinoamericano), pudiéndose integrar a la llamada novela
social y política y en el contexto social y político colombiano, a la novela de
la violencia.
Estructurada
en siete brevísimos capítulos, se inicia con un acontecimiento aparentemente
trivial: el funeral del primer muerto de muerte natural que ha habido en el
pueblo, que en realidad revela el clima tenso donde se desenvuelve toda la
historia: el del estado de sitio, producto de tantas guerras civiles en una
época de violencia, y por el que se prohíbe a la gente pasar frente al cuartel
de policía, no obstante ser el paso obligado hacia el cementerio.
Y
a medida que avanza, conocemos las dificultades de la vida del viejo coronel y
su esposa, que en medio de su pobreza y el hambre deben sortear diferentes
situaciones para mantener vivo un gallo
de pelea, herencia del hijo antes de un encuentro en la gallera, que se va
volviendo asunto de “honor”, mientras el coronel cumple todos los viernes con el ritual de
espera en la oficina de correos.
Luego,
vamos comprendiendo que el gallo es en realidad un símbolo de resistencia política
y civil en el pueblo, dentro de un contexto en el que permanecen latentes, el
toque de queda, el estado de sitio, la información clandestina, la persecución
política, la marginación de los antiguos combatientes que como el coronel, no
puede hacer más que esperar la muerte bajo un régimen injusto y secretamente
repudiado.
Por otro lado, existen otros elementos que le otorgan
a la novela un estilo marcadamente ficcional propio del autor, sin dejar de ser
realista; así. la libertad con que maneja ese material histórico, otorgándole
vida, emotividad y un auténtico dramatismo, transmuta poéticamente la trama de
los hechos a través de unos personajes, muy bien delineados, que resultan
emblemáticos de las relaciones de poder dentro de una sociedad machista en la
que impera la ley del más fuerte: el
dentista, el médico, el usurero, el coronel y su mujer.
Pues García Márquez espera encontrar en estas vidas
afectadas por los acontecimientos políticos, la clave que explique sus propias
frustraciones, al volver una y otra vez a los mismos hechos rehaciendo
situaciones similares, hasta que el conflicto central, cede negativamente con
una falsa elección, y su héroe (el coronel), ve negada la posibilidad de
cambiar el destino. Así se señalan estos principios trágicos, en donde no
obstante la oposición y empecinada lucha, la realidad resulta más opresiva en
un país desgarrado por la violencia.
No podemos sino deleitarnos con esta obra que se
considera sin duda, la más lograda de sus obras juveniles. Una obra de
estructura “clásica” o “tradicional”, con un realismo aún poco mágico, que no
obstante resulta verosímil dentro de su tratamiento ficcional. Aquí se notan las influencias de su
narrativa: William Faulker, Juan Rulfo (de quien aprendería a fijar los acontecimientos
en un presente narrativo, yuxtaponiéndolos a la manera cinematográfica), o su
amado Hemingway, por un estilo exacto y
conciso que lo lleva a desarrollar la acción con gran velocidad. NELLY ROCIO
AMAYA MÉNDEZ.
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